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La Voz de las Grandes Historias en Audiolibros

Mariana de Iraola es locutora y actriz de doblaje. A lo largo de su trayectoria, ha trabajado en radios, ha sido la voz de importantes marcas y también se ha desempeñado como docente. Además, se ha especializado en la narración de audiolibros, grabando obras de reconocidas autoras como Susan Sontag, Claudia Piñeiro y Mariana Enríquez, entre otras. Su talento y pasión por la voz la han llevado a destacarse en cada uno de estos ámbitos.



Dentro de todas las aristas de locución, ¿Cómo llegaste a especializarte en la narración de audiolibros?


Fue como de a poquito, cuando se empezó a abrir ese mercado, esa posibilidad, empezar a hacer alguna prueba con algunos directores. Los primeros fueron directores de doblaje porque ya me conocían y me propusieron: ¿te animás a sostener una narración extensa? Ya no era cualquier narración normal de un documental, que aunque fuere extenso, no lo es tanto. Y dije: sí, cómo no. Y así empecé, y la verdad es que me gustó muchísimo, agarrarle también el ritmo de empezar a conocerse una misma, y de cómo una lee. Es muy placentero también ir aprendiendo sobre el transcurso del propio trabajo.



¿Cómo abordas la narración de obras tan distintas? Me imagino que cada autora, o autor tiene personalidades diferentes que las expresan a través de sus obras.


Muchas veces cuando piden el casting te dan un lineamiento, “esta es una persona que tiene una narración en primera persona, acá la narradora está contando algo muy personal”. Con el tiempo también se fue exigiendo un poco más de interpretaciones, por ejemplo, en donde hay muchos diálogos empezar a poner vocecitas en los diferentes personajes. Algo que al principio no se hacía tanto, yo lo hacía como una división entre varones y mujeres, y personalidades, pero ahora lo empezaron a pedir un poco más. Entonces uno se va dando cuenta también si la narración, el libro, lo que sea, tiene un tinte más picaresco, más relajado. He hecho novelas más extensas, novelas como de romance histórico que tienen como una cosa más de aura, de misterio, o de diferentes climas, porque son extensas y hay que ir manejando todos esos climas. Creo que como en todas las cosas de interpretación tiene que ver con seguir lo que te está contando la historia, si tiene una canchereada por ahí, si tiene una cosita ahí, un chiste, una ironía o algo, ir acompañando ese texto con cómo uno lo cuenta.

Y de la misma forma esos personajes, a medida que los vas conociendo, o si ya el director o la directora te marca cómo es el personaje, uno ya los puede ir teniendo de entrada medio identificados para poder darles esa impronta a cada uno. 



¿Tenés algún enfoque particular para interpretar diferentes personajes o voces dentro de una misma obra?


Es tremendo porque muchas veces hay muchos personajes, no sé si fue la última novela o la anterior que hice, donde había muchos personajes con mucho diálogo. Lo que intento hacer es darle una personalidad a cada uno, uno que hable más lento, otro que hable más rápido, otro que hable más liviano, otro más pesado, uno que está incluso quizás medio carrasposo como para que se diferencien.

El desafío es después acordarse, cuando no hablaron por mucho tiempo, acordarse de la característica que le habías dado. Por suerte muchas veces se puede usar el recurso de que la directora o el director, y el editor o la editora, te marquen cada vez que aparece por primera vez un personaje, cómo lo hiciste. Entonces uno vuelve a escuchar cómo era, este era tartamudo, este era tímido, este era violento, entonces por ahí una ayuda memoria, sobre todo con los que no tienen mucha presencia. Con los que son protagonistas ya los incorporás.



¿Qué tipo de investigación o preparación haces antes de grabar un audiolibro?


A veces me llama la atención algún autor, autora, a veces cuando avisan de la editorial cuál será el proyecto y si es muy importante porque tiene una continuidad, o porque es un autor, o una autora muy relevante. Entonces miro qué obras tiene o investigo un poco más pero en general me voy dejando llevar. Algunas veces me ha tocado la suerte de leer cosas que tenía ganas de leer y después cosas que nunca hubiese leído en la vida.



¿Cómo es tu relación con las autoras o autores cuyos libros narras? ¿Has trabajado directamente?


No me ha pasado de que estuvieran presentes, menos mal, porque los nervios... No me tocó estar cerca de ninguna de las autoras, sí por redes, porque yo a veces muestro algún fragmento de lo que grabé, y las arrobo, y después por ahí me contestan. Me han contestado algunas de ellas con muy buena onda, sobre todo las que son de acá con comentarios como: qué lindo que vos hacés siempre la misma, que vos vas llevando todas las historias que yo escribo. De hecho, hay algunas que te eligen, que la autora escucha algunas propuestas, entonces también sentís como que está bueno eso.



¿Cómo manejas esto de los tiempos y de lo largo que puede llegar a ser un libro? ¿Cuánto tiempo te lleva grabarlo? 

Yo tengo, por suerte, buena lectura a primera vista, entonces eso me ahorra mucho tiempo en el sentido de que no tengo que estar dudando de mi capacidad, me mando, me puedo equivocar y volver para atrás todas las veces necesarias; pero ya sé que lectura a primera vista tengo. Me gusta hacerlo así también porque me gusta sorprenderme con lo que estoy leyendo, ir como con el libro. Por supuesto que cuando piden que lo vayas leyendo antes, las primeras páginas para entender la historia, lo hago, pero después ya es a primera vista porque me gusta también ir llevándolo así. Además de que es realmente un doble tiempo que uno muchas veces no tiene. La primera sesión, me acuerdo, era una novela larguísima de 600 páginas. Y en las sesiones el dire me decía ¿Querés cortar Marian? Y yo, no, metele. Pero claro, a las dos horas de estar respirando mi propio aire, empezaba a decir cosas que no eran. Uno después también va conociéndose sus furcios y por qué aparecen. Entonces ahí me di cuenta que había que frenar. Ahora suelo grabar una hora, o una hora y media, y cortar; me tomo un cafecito, y vuelvo a grabar otra hora y media, solemos hacer sesiones de tres horas más o menos.



¿Tenés un método para mantener al oyente comprometido con la narración durante largas horas de audiolibro?


Lo primordial es que te tiene que gustar leer. Te tiene que gustar leer, y leer en voz alta, no es lo mismo que leer para vos, porque a vos te puede gustar leer, y vas a estar leyendo para adentro, y no es lo mismo.

Te tiene que gustar leer, porque tenés que pensar que se lo estás contando a alguien. Para mí es lo más, volver a la raíz de la locución, porque vos pensá que para los exámenes de ingreso a la carrera, siempre lo que se pide es un cuento, es un relato. Y el ABC es pensar que se lo estás contando a alguien. Sea lo que sea, sea un cuento muy complicado, sea un cuento infantil, lo que fuere, pensar en el que lo está escuchando, quién lo está escuchando, y yo pienso en cómo me gustaría que me lo cuenten a mí. O si yo se lo estoy contando a alguien, cómo le llamaría la atención, si esa fuese mi historia, si yo le estoy contando la historia de este asesinato, y yo soy la que está ahí.

Entonces, pienso en eso, para mí es como la base, volver al punto cero de cómo empezás la carrera de locución, porque, cómo empecé yo, que me gustaba leer. En la escuela, la directora del colegio nos llamaba una vez por mes, una vez cada tres meses, a la dirección a leer, para que leamos bien, básicamente, para ver si entendíamos lo que leíamos, yo era muy expresiva en la lectura, y es volver a hacer eso, a contar las cosas que tengas que contar de esa forma, como con ganas de que el otro te entienda.



¿Hacés alguna preparación para conservar una buena articulación, o no tener fatiga vocal, etc.?


Te das cuenta cómo te fatigás cuando son muchas horas, o muchos días seguidos, de jornadas extensas. Por ejemplo, me di cuenta que no estaba viendo bien, por leer un audiolibro, porque en el doblaje vas como moviendo la vista pero con el iPad sostenido, en un momento empecé a decir muchas pavadas y ahí me di cuenta que no estaba viendo bien, y me tuve que hacer la lente de nuevo.

Después de las cuestiones de fono, no estoy yendo a fono pero periódicamente cada tanto, ejercicios o preparación. Si tengo que ir a grabar temprano en la mañana, tratar de hablar algo antes, para no llegar a arrancar un octavo abajo. Ese tipo de cosas sí, que uno tiene esas herramientas básicas.



¿Qué crees que aporta la narración de un audiolibro que un lector no puede obtener de la versión impresa?


Un poco la comodidad de que te cuenten el cuento, y que vos estés haciendo otra cosa, yo sé que se usa mucho en el auto, o yendo a hacer gimnasia, correr, o estar en la casa, y lo usan medio como radio, y me parece fascinante.

Después este trabajito que tenemos que hacer nosotros de interpretar, de ponerle color a eso, porque vos vas leyendo, y hay muchos personajes, y mucha gente interactuando, y no le pones ese picante, que quizás escuchándolo pensás que no se te hubiera ocurrido que el comisario fuera de esta forma, o que la chica sea tan pizpireta. Y eso me parece que es un ingrediente que está bueno escucharlo, es otra experiencia distinta. Me parece que es ese ingrediente de las interpretaciones, y de cómo te lo cuentan. Ponele que no haya diálogos, ponele que sea una narración toda de corrido, lo mismo, los climas y todo eso, que quizás uno leyéndolo no lo piensa tanto, y que alguien le haga ese trabajito está bueno.


Hay que leer. Hace a la mejora del trabajo de uno la práctica, leer y leer y leer en voz alta, lo que sea, para cualquier tipo de lectura que tengas que hacer.



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